Repasamos el penúltimo capítulo de esta octava temporada de The Walking Dead.
Este capitulo 15 nos deja con unas ganas tremendas para el final de una temporada que nos ha sorprendido al final. En este episodio veremos el regreso de Negan con los Salvadores y cómo las cosas ya no serán sencillas para los traidores.
Ya habíamos visto en los avances de este que Negan regresaría a su guarida y haría frente a los traidores. Pero, como sabemos, el peculiar líder de los Salvadores no es un sanguinario sin sentido, sino uno que maquina y ejecuta sus «lecciones» para que no quede duda de quién es el que manda ahí.
Al principio del episodio Rick lee por fin la carta que le dejó Carl. En ella recuerda los días anteriores, aquella época en donde la vida era normal, donde había barbacoas, idas a la iglesia, visita de los abuelos y cómo es que Carl se sentía seguro de la mano de su padre. Él le pide a Rick que deje de hacer la guerra y que debe de permitir que esos días de antaño vuelvan a ser posibles luego del infierno que ha vivido la humanidad.
Todo lo dicho por Carl suena bien pero sabemos que la guerra, sobre todo en esos tiempos, no se gana con palabras. Michonne por su parte lee a Negan la carta que le dejó el muchacho y la respuesta es completamente visceral; vemos a un Negan iracundo y vengativo. Esto tiene mucho qué ver con lo que seguramente nos presentará el siguiente y final episodio de la temporada.
Negan se hizo cargo de sus traidores en el Santuario. Habla con su ala más cercana y exhibe al renegado Simon, este le pide perdón y lo perdona… por lo pronto. Luego les cuenta el plan que tiene para acabar con Rick y compañía. Dwight toma nota y, con razón, sabemos que está en la cuerda floja, todos sus pasos los da en un campo minado: con Simon, con Negan y con sus nuevos aliados en Hilltop.
Simon, a pesar de haber sido perdonado o tal vez por lo mismo, hace su jugada y reúne a todos los que reniegan por la vuelta del Negan principal. Llama a Dwight pero este, en realidad, había avisado a Negan de los conspiradores. De nuevo en el Santuario vemos cómo Negan confronta a Simon justo cuando este se hunde en lo más profundo de su traición. Así que convoca a una reunión en donde Simon será «el jefe». Ahí comienza la pelea a mano limpia entre Negan y Simon, en donde este último encuentra una muerte dolorosa y lenta. Quedando así confirmado el título de Negan como el verdadero líder de los Salvadores.
Realmente, las demás tramas quedan muy vacías y rompen con el gran ritmo que había tomado el capítulo. Un claro ejemplo es la trama de Daryl y Rosita, quienes en el episodio pasado vimos como irían tras Eugene. Ambos lo raptan (ridículamente fácil) e intentan llevarlo a Hilltop, ambos se contienen de matarlo ahí mismo y es cuando pasa lo impensable, el listillo ese logra escabullirse, claro, con tretas asquerosas y cobardes pero lo logra. Esto hace que muchos fans de Daryl se decepcionen, ya que siendo uno de los personajes más queridos de la serie, está cayendo en picado.
Y otra trama aun más inútil es la de Aaron intentando cambiar la actitud de las chicas de Oceanside. De esto solo se ven 5 minutos en los que no pasa nada, por lo que no merece la pena ni extenderlo más.
Aunque estas dos tramas planteadas en el episodio sean muy flojas, el capítulo no para nada malo, es más, es muy bueno porque finalmente vemos como Dwight intenta poner en alerta a Rick sobre el ataque que planea Negan. Pero él también se da de frente con su traición pues, como esperábamos, Laura fue a quien Negan encontró en la carretera hace un par de episodios. Hasta ahí nos quedamos con ellos revelándose que la supuesta alerta que Dwight hizo llegar a Hilltop se convertirá en una emboscada.
En definitiva, esto hace que el final de temporada pueda ser espectacular y le da un plus de interés. A pesar de poseer sus fallos como las nombradas subtramas, no duran más del 20% del episodio, por lo que el balance es muy positivo.
Aquí te dejamos un adelanto del próximo capítulo:
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